Con el arraigo de los modelos de trabajo híbridos, donde empleados alternan entre la oficina y el hogar, la superficie de ataque se ha expandido de forma considerable, puesto que este nuevo paradigma tiene como consecuencia que las organizaciones deban adoptar estrategias de ciberseguridad más sofisticadas, resilientes y dinámicas.
Hoy en día no basta con asegurar la red corporativa, sino que es necesario tener en cuenta múltiple factores como los dispositivos personales, las redes domésticas usadas por los empleados o los servicios desplegados en la nube, entre otros. Todos estos elementos conforman un escenario donde el perímetro clásico en las organizaciones ha muerto, y con él, la falsa sensación de seguridad por firewall.
Por tanto, la pregunta ya no es si se debería reforzar la estrategia de ciberseguridad, sino cuán adaptable y autónoma es tu arquitectura para detectar y responder ante amenazas en tiempo real. En el artículo de hoy, repasaremos aquellas estrategias que puedes empezar a implementar para proteger la red en entornos híbridos.
Zero Trust: Protección en un mundo sin perímetros
Como ya comentamos en este artículo, la filosofía Zero Trust que parte del principio de «nunca confiar, siempre verificar» se ha convierto en uno de los pilares de la ciberseguridad actual. En un entorno híbrido, donde los endpoints no siempre están bajo el control del departamento de IT, es muy importante implementar:
- Autenticación multifactor (MFA) obligatoria, incluso en redes internas.
- Autorización granular basada en políticas dinámicas (ABAC o RBAC enriquecido).
- Integración con sistemas de Identity as a Service (IDaaS) como Okta, Azure AD o Auth0.
Por otro lado, también debemos asegurarnos de que cada microservicio o API valida la identidad del solicitante incluso dentro de redes privadas o VPNs, ya que si la aplicación confía en que una solicitud interna es segura solo porque viene de una IP conocida, podrían haber problemas.
¿Qué implica Zero Trust aplicado al desarrollo?
- No confíes en redes internas: Como hemos comentado, cada servicio debe autenticar y autorizar cada solicitud, incluso si viene de una red interna.
- Tokens cortos y rotación frecuente: Usa JWT o sistemas de autenticación con expiración breve y revocación inmediata.
- Context-aware access: Implementa decisiones de autorización que tomen en cuenta el contexto: ubicación, dispositivo, hora y tipo de acción.
Segmentación de Red Basada en Software (SDP): Controlar el acceso sin confiar en la red
Las VPN tradicionales, por mucho tiempo consideradas el estándar para el trabajo remoto, hoy representan más un problema que una solución, puesto que dan acceso completo a una red entera, basándose únicamente en la autenticación del usuario.
La segmentación definida por software (Software Defined Perimeter) cambia completamente esa lógica, ya que en lugar de asumir que un usuario válido debe tener acceso amplio, SDP establece túneles cifrados y dinámicos solo hacia los recursos específicos para los cuales hay permisos explícitos, basados en identidad, contexto, dispositivo y estado de cumplimiento, mientras que el resto de la infraestructura permanece invisible.
Esto es lo que se conoce como invisibilidad de red, que consigue que el recurso ni siquiera exista para quien no tiene permiso, por lo que no responde a pings, no expone puertos y no aparece en el DNS.
Seguridad integrada: Del código a la infraestructura
En el contexto actual, la seguridad tiene que estar integrada en cada fase del ciclo de vida del software, no como un paso adicional, sino como un principio de diseño.
Es en este contexto donde surge el enfoque DevSecOps, como una cultura de trabajo colaborativa entre desarrollo, operaciones y seguridad. Su propósito es integrar prácticas de seguridad desde las etapas más tempranas del ciclo de vida del software, automatizando controles y validaciones, y tratando los riesgos de seguridad con la misma prioridad que se otorga tradicionalmente a la disponibilidad, el rendimiento y la escalabilidad del sistema.
Por tanto, adoptar DevSecOps implica aplicar la seguridad en todas las fases del desarrollo y no solo de revisar el código fuente, sino de comprender que los riesgos se distribuyen entre dependencias externas, contenedores, infraestructura automatizada y flujos de integración continua. Las herramientas y prácticas recomendadas incluyen:
- Análisis de composición de software (SCA): Hoy en día, casi ninguna aplicación se desarrolla desde cero. La mayoría se construye sobre bibliotecas, frameworks y paquetes de terceros. Esta práctica agiliza el trabajo, pero también puede introducir vulnerabilidades si no se controlan adecuadamente las versiones utilizadas. Herramientas como Snyk, OWASP Dependency-Check o GitHub Dependabot permiten analizar tus dependencias automáticamente y detectar si estás utilizando versiones afectadas por vulnerabilidades conocidas (CVEs).
- Escaneo de contenedores: Utilizar Docker para desplegar aplicaciones es una práctica común, pero puede entrañar riesgos si las imágenes incluyen software innecesario, configuraciones abiertas o incluso secretos incrustados. Herramientas como Trivy, Grype o Dockle permiten escanear tus imágenes y detectar paquetes desactualizados, malas prácticas de seguridad o archivos que no deberían estar presentes.
- Infrastructure as Code (IaC) segura: Automatizar la creación de servidores, redes o buckets con herramientas como Terraform o CloudFormation ha supuesto una auténtica revolución. Pero esa misma automatización también puede propagar errores críticos a gran escala. Puedes usar herramientas como Checkov, OPA (Open Policy Agent) o Terraform Sentinel, que permiten definir políticas de validación para tu infraestructura y, evitar así, que se creen buckets de S3 públicos o bases de datos sin cifrado, incluso antes de aplicar los cambios.
- Seguridad automatizada en tus pipelines de CI/CD: Aunque hacer comprobaciones manualmente puede funcionar en entornos pequeños, en proyectos reales con múltiples despliegues al día, la única solución es automatizar los controles de seguridad como parte del ciclo natural de integración y despliegue.
Endpoint Detection and Response (EDR) Inteligente
En entornos de trabajo híbrido, los dispositivos ya no están protegidos por la misma red corporativa, por lo que las estaciones de trabajo remotas se han convertido en nuevas puertas de entrada. Por eso, asegurar los endpoints es más importante que nunca, y aquí es donde entra el concepto de EDR (Endpoint Detection and Response) a partir del cual las soluciones son diseñadas no solo para bloquear amenazas conocidas, sino para detectar comportamientos anómalos, registrar actividad sospechosa y activar respuestas automáticas.
De esta manera, a diferencia de un antivirus tradicional, un sistema EDR proporciona una capa de protección mucho más avanzada, puesto que supervisa en tiempo real los procesos activos, las conexiones de red, los cambios en el sistema y la actividad del usuario, permitiendo detectar comportamientos anómalos antes de que se materialicen en incidentes. Además, permite reconstruir toda la cadena de eventos posterior a una intrusión (la conocida kill chain), lo que facilita enormemente las tareas de análisis forense y respuesta.
Ahora bien, el verdadero valor de un EDR se multiplica cuando sus datos se correlacionan con lo que sucede en otros puntos de la infraestructura: servidores, redes corporativas y servicios en la nube. Un clic en un archivo malicioso, una conexión anómala al exterior o un acceso sospechoso a un recurso cloud pueden parecer eventos independientes, pero juntos forman el rastro de un ataque coordinado. Por eso, los sistemas EDR deben integrarse con plataformas como los SIEM (Security Information and Event Management), que permiten consolidar eventos, detectar patrones y actuar con una visión completa del entorno.
Data Loss Prevention (DLP) y cifrado de datos
Uno de los mayores retos de los entornos híbridos es el control de la información. Cuando los empleados acceden a datos desde distintas ubicaciones, dispositivos y redes, el riesgo de fuga aumenta de forma exponencial, puesto que ya no basta con asegurar el perímetro, sino que hay que proteger los datos allí donde residen, se procesan o se comparten.
Por eso, las estrategias de cifrado y prevención de pérdida de datos (DLP) se vuelven imprescindibles, puesto que no se trata solo de evitar filtraciones externas, sino también de impedir que los datos sensibles se expongan inadvertidamente a través de logs, dispositivos extraíbles, herramientas de colaboración o simples descuidos.
Para conseguirlo, el primer paso es garantizar que los datos estén cifrados tanto en tránsito como en reposo. Esto incluye desde las conexiones HTTPS (idealmente con TLS 1.3) hasta el cifrado de discos, bases de datos y backups utilizando algoritmos como AES-256, ampliamente adoptado como estándar de seguridad.
Es importante también revisar cómo se gestionan y protegen las claves de cifrado, ya que lo ideal es utilizar servicios de gestión de claves (KMS) o soluciones de hardware security modules (HSM) cuando se trata de entornos críticos o regulados.
Conclusión
En ciberseguridad, hay una máxima que no podemos olvidar: lo que no se puede observar, no se puede proteger, y en un entorno híbrido, donde el perímetro tradicional ha desaparecido, esta idea cobra más sentido que nunca.
A lo largo del artículo hemos visto cómo abordar esta realidad desde distintas capas: con la adopción del modelo Zero Trust, que desconfía por defecto, a través de la segmentación dinámica del acceso mediante SDP o con la importancia de integrar la seguridad en todo el ciclo de vida del software mediante prácticas DevSecOps.
Asimismo, hemos destacado la necesidad de proteger los dispositivos implementando soluciones EDR inteligentes que detecten comportamientos anómalos y se integren con sistemas de análisis centralizado, así como también abordando la protección del activo más importante: la información. A través del cifrado y las estrategias de DLP, podemos proteger los datos dondequiera que se encuentren, ya sea en tránsito, en reposo o en uso.
En definitiva, la ciberseguridad en entornos híbridos no es una medida puntual, sino una estrategia continua que exige visibilidad, adaptación y una mentalidad de protección desde el diseño.
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